La neurociencia y su relevancia en el estudio de los traumas en adultos y niños

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La neurociencia tiene un papel crucial en la comprensión de trastornos y traumas en niños como el estrés postraumático (TEPT), la depresión y la ansiedad, ya que están relacionados con alteraciones en la estructura y función del cerebro, así como en la química cerebral.

El TEPT está asociado con alteraciones en el sistema límbico, particularmente en la amígdala y el hipocampo. Estas áreas son fundamentales para la formación de recuerdos y la regulación de las emociones. La exposición a eventos traumáticos puede provocar una reconfiguración del cerebro que dificulta el procesamiento y la integración de la experiencia traumática.

Neurociencia y trauma en niños

La neurociencia ha identificado cambios en neurotransmisores como la serotonina, la dopamina y la norepinefrina, que son esenciales para regular el estado de ánimo. Estudios de neuroimagen también han mostrado alteraciones en áreas cerebrales como el córtex prefrontal y la amígdala, que están involucradas en la regulación emocional y la respuesta al estrés.

De igual manera, investigaciones sugieren que los trastornos de ansiedad pueden estar relacionados con una hiperactividad en la amígdala y una subactividad en el córtex prefrontal, lo que afecta la capacidad para regular las respuestas emocionales. También se han observado cambios en la conectividad entre regiones cerebrales relacionadas con el miedo y el control emocional.

Sin embargo, cuando se trata de niños, la forma cómo los niños procesan los hechos traumáticos influye en buena medida a la hora de sufrir impactos psicológicos a largo plazo.

Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de East Anglia (Norwich, Inglaterra) reveló que la percepción del infante sobre un acontecimiento traumático es más importante que la gravedad objetiva del suceso para predecir traumas como el TEPT, la ansiedad y la depresión.

La relevancia de este descubrimiento radica en que ofrece un camino hacia mejores enfoques terapéuticos para los niños que han sufrido traumas.

Detalles del estudio que abordó la neurociencia de los traumas en niños

El equipo de investigación trabajó con 260 pequeños de entre ocho y 17 años que habían acudido a urgencias de un hospital tras sufrir un incidente traumático puntual, como accidentes de tráfico, agresiones, ataques de perros y otras urgencias médicas. 

Los jovencitos fueron evaluados a las dos y nueve semanas posteriores al trauma utilizando cuestionarios de autoinforme completados por ellos mismos, entrevistas telefónicas con los padres y datos del hospital, que luego se utilizaron para desarrollar cuatro modelos predictivos de factores de riesgo para el TEPT, el trastorno de estrés postraumático complejo (TEPTC), la depresión y el trastorno de ansiedad generalizada (TAG). 

A las nueve semanas posteriores al trauma, casi dos tercios (64 %) no mostró signos de ningún trastorno, el 23,5 % cumplía los criterios de TEPT y el 5,2 % de TEPT complejo. Un total de 23,9 % y 10,7 % de los infantes había desarrollado síntomas clínicamente significativos de depresión y TAG, respectivamente.  

El pensamiento, clave para predecir trastornos postraumáticos

A la hora de predecir quién terminaría con estos problemas de salud mental, un modelo basado en cómo piensa la gente (cognitivo) fue el más preciso, mientras que un modelo que analizaba factores sociales y psicológicos fue más débil a la hora de predecir trastornos de salud mental posteriores, de acuerdo con los investigadores.

“Esto respalda el uso de tratamientos como la terapia cognitivo conductual centrada en el trauma, que tiene como objetivo abordar estos pensamientos negativos”, dijo la coautora del estudio, Katie Lofthouse, de la Facultad de Medicina de Norwich de la Universidad de East Anglia..

Esta última investigación profundiza más y analiza no solo el TEPT, sino también el TEPT complejo, la depresión y la ansiedad. 

El TEPT complejo incluye todos los síntomas del trastorno de estrés postraumático, pero también tiene algunos impactos emocionales y psicológicos adicionales más graves. Esto puede incluir problemas para manejar emociones extremas, sentimientos de profunda vergüenza, culpa o inutilidad y dificultad para confiar en los demás, sentirse distanciado o aislado, o experimentar conflictos constantes en las relaciones. 

De allí la relevancia de la neurociencia, ya que es un campo que ayuda a entender cómo los cambios en la estructura y la función del cerebro contribuyen a ciertos trastornos, lo que a su vez puede guiar el desarrollo de tratamientos más efectivos, como la terapia cognitivo-conductual y la farmacoterapia.

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