Desde hace décadas, un fenómeno se repite en el día a día: a muchas personas les cuesta decir que no a ciertos planteamientos o solicitudes por temor al rechazo; sin embargo, quienes logran resistir a la presión social experimentan múltiples beneficios.
Generalmente, la dificultad para decir “no” se origina en la infancia, ya que desde niños los padres enseñan que obedecer es sinónimo de ser “buena persona”. No obstante, esto podría ocasionar problemas para poner límites en la adultez.
Las consecuencias de esta falta de asertividad suelen manifestarse en el ámbito mental, emocional, físico y relacional. Por tal motivo, rechazar las presiones externas o caer en ellas puede ser clave en el bienestar general.
¿Cuáles son los beneficios de resistir a la presión social?
En muchas situaciones de la vida, puede que las personas digan “sí” de forma automática cuando en realidad quieren decir que no. Pero este comportamiento, puede generar un desgaste importante a nivel mental.
En este punto, las personas tienen como tarea aprender que decir “no” no es una grosería. Por el contrario, se trata de un tema de regulación emocional y protección de la salud mental.
Al respecto, la profesora Sunita Sah, realizó una investigación sobre el tema titulada “Defy: The Power of No in a World that Demands Yes”. Allí explicó algunos de los beneficios de decir no.
Sah señaló que las ventajas de poner en práctica esta frase son múltiples. Entre estas destaca reducir el agotamiento, mejorar el juicio y evitar tomar decisiones que van en contra de los valores de la persona.
Así pues, establecer límites personales es fundamental para proteger la salud emocional, disminuir la ansiedad interna y mejorar la calidad de las decisiones que tomamos. Esto es aplicable ya en el sector laboral, personal o cualquier otro ámbito de la vida.
Adicionalmente, Sah explica por qué a algunas personas les cuesta no caer en la presión social. La investigación destaca que hay tres razones principales que llevan a una persona a aceptar algo, incluso cuando internamente preferiría decir que no.
¿Por qué cuesta tanto decir “no”?
La primera razón es la presión del entorno, donde la persona siente la necesidad de decir “sí”. Esto se debe a la expectativa que tienen otras personas sobre ese sujeto o influencia social del entorno.
Seguidamente, está la confusión de términos, que se caracteriza por la dificultad para distinguir entre estar realmente de acuerdo con algo y simplemente aceptar o ceder por obligación.
En tercer lugar está la falta de práctica, es decir, la persona no cuenta con las herramientas o habilidades sociales necesarias para expresar su desacuerdo o negarse a algo de manera asertiva.
A estos factores se añade otro miedo: la preocupación de que una negativa pueda ser malinterpretada. En este caso, la persona tema que decir «no» dé la impresión de ser alguien desconfiado o agresivo.
Esto ocurre en diferentes contextos, ya sea que la persona esté tratando con superiores o figuras de autoridad, o con amigos cercanos. También se presenta con personas que recién está conociendo.
De manera tal que aprender a poner límites ayuda a resistir la presión social en cualquier contexto, lo que trae como consecuencia múltiples beneficios para el individuo que supo cómo decir que no se forma asertiva.
Información de Gizmodo / redacción Neuroweb
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