La neurociencia y su aporte para el estudio del Alzheimer en distintos ámbitos

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No hay duda de que la neurociencia juega un papel fundamental en la comprensión del Alzheimer, un trastorno neurodegenerativo caracterizado por la pérdida progresiva de la memoria y otras funciones cognitivas.

Por ejemplo, desde esta disciplina se han identificado características distintivas en el cerebro de las personas con esta enfermedad, como la acumulación de placas de beta-amiloide y ovillos de tau. Estas proteínas anormales interfieren con la comunicación entre neuronas y contribuyen a la muerte celular.

Neurociencia y Alzheimer: Nuevos hallazgos sobre la salud cerebral

Estudios recientes han sugerido que la inflamación crónica y el estrés oxidativo en el cerebro pueden desempeñar un papel en la progresión del Alzheimer. La neurociencia está explorando cómo estas respuestas pueden afectar la salud neuronal.

De la misma forma, investigaciones sobre la neuroplasticidad, o la capacidad del cerebro para adaptarse y cambiar; además, están explorando si es posible estimular la formación de nuevas conexiones neuronales en personas con Alzheimer, lo que podría ayudar a mitigar algunos de los síntomas.

Y como estos, existen otros tantos aportes de cómo la neurociencia proporciona una base sólida para entender las causas y la progresión del Alzheimer. 

Uno de ellos, proveniente de la Universidad de Pittsburgh y publicado en el Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism, está directamente relacionado con las mujeres maduras.

El estudio mostró que las partículas HDL (el llamado “colesterol bueno”) más grandes, cuyo número aumenta durante la menopausia, pierden eficacia para apoyar la salud cognitiva, mientras que las mujeres con partículas de colesterol bueno más pequeñas y ricas en fosfolípidos en la mediana edad mantenían una mejor memoria con el paso del tiempo.

La buena noticia es que los hábitos saludables pueden mejorar la calidad del HDL, lo que favorece la salud cerebral. Esto se suma a la evidencia de que los cambios en el estilo de vida, incluso a los 40 años, pueden reducir el riesgo de padecer Alzheimer en años posteriores.

Detalles del estudio

Las partículas HDL varían en tamaño, composición y nivel de funcionamiento. El equipo a cargo de la investigación midió estas características en la sangre de 503 mujeres del estudio complementario de HDL del Estudio de la Salud de la Mujer de Estados Unidos.

Así descubrieron que, con el tiempo, la cantidad de partículas HDL más grandes en los cuerpos de las mujeres aumentó y que estas no funcionaron tan bien como sus contrapartes más pequeñas. 

Los investigadores realizaron evaluaciones repetidas de la función cognitiva de las participantes del estudio entre 2000 y 2016 y compararon estos datos con los cambios en las partículas HDL, la composición y la función de las mujeres a medida que envejecen.

“Pudimos demostrar que, ya en la mediana edad, las mujeres que tienen más partículas de tamaño más pequeño y aquellas cuyas concentraciones de fosfolípidos en las partículas aumentaron durante la transición a la menopausia tienen más probabilidades de experimentar una mejor memoria episódica más adelante en la vida”, explicó 

Agregó que la pérdida de la memoria de trabajo es el primer signo de la enfermedad de Alzheimer.

Los buenos hábitos mejoran la calidad del colesterol bueno y previenen el Alzheimer

Anteriormente, el equipo liderado por Samar El Khoudary, Ph.D y profesor de epidemiología en Pitt Public Health, había demostrado que los comportamientos saludables, como los incluidos en Life’s Essential 8 de la Asociación Estadounidense del Corazón (AHA, por sus siglas en inglés), funcionan para mejorar la calidad de las partículas HDL.

“Esa es la buena noticia en este panorama en desarrollo sobre la salud cerebral y el colesterol ‘no tan bueno después de todo’”, dijo El Khoudary.

“Aunque los niveles más altos de HDL-C pueden no ser protectores a medida que envejecemos, hay cosas que podemos hacer que pueden ayudar, incluso a partir de los 40 años. Los mismos factores de riesgo modificables que la AHA recomienda (como la actividad física, el peso corporal ideal y dejar de fumar) también pueden ayudarnos a proteger el cerebro”, complementó.

En conclusión, los hábitos como comer sanamente, dejar de fumar y hacer ejercicios aumentarán los niveles de HDL o colesterol bueno que, en consecuencia, ayudarán a prevenir el Alzheimer en mujeres postmenopáusicas.

Otra evidencia más del aporte de la neurociencia a la detección, prevención y tratamiento de esta enfermedad neurodegenerativa.

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