El COVID-19 afecta los cerebros de los adultos jóvenes, según un estudio neurocientífico

Share

Un nuevo estudio publicado en la revista Brain, Behavior, and Immunity descubrió que los adultos jóvenes que se han recuperado de COVID-19 muestran patrones distintivos de actividad cerebral durante las tareas cognitivas, incluso si realizan esas tareas con normalidad. Estos cambios son similares a los observados en adultos mucho mayores y son particularmente pronunciados en las personas con “niebla mental”.

En otras palabras, la investigación sugiere que el COVID-19 puede tener efectos sutiles, pero significativos, en la función cerebral que no siempre se detectan en las pruebas cognitivas estándar.

¿Qué llevó a ejecutar este estudio?

Los científicos están cada vez más preocupados por los efectos a largo plazo del COVID-19, especialmente en la función cognitiva. Si bien se sabe que los adultos mayores y las personas con enfermedades preexistentes son más vulnerables a enfermarse gravemente, los adultos jóvenes se han visto desproporcionadamente afectados por las tasas de infección, en parte debido al papel de los campus universitarios como posibles centros de transmisión del virus.

Además de estas preocupaciones, un número significativo de personas que se recuperan del COVID-19 informan que sufren problemas cognitivos persistentes, como dificultad para concentrarse, problemas de memoria y fatiga mental, síntomas conocidos colectivamente como niebla mental. Esto es particularmente preocupante para los adultos jóvenes, cuyos cerebros aún se están desarrollando y que se encuentran en una etapa crítica de su educación y desarrollo profesional.

Los estudios iniciales centrados en personas hospitalizadas con COVID-19 encontraron evidencia de problemas con la atención, la memoria y las funciones ejecutivas, que son habilidades cognitivas de nivel superior que incluyen la planificación y la toma de decisiones.

Algunas investigaciones sugirieron que el deterioro cognitivo posterior al covid podría ser más frecuente o pronunciado en personas más jóvenes que no han sido hospitalizadas en comparación con los adultos mayores. Esto impulsó a los científicos de la Universidad de Otago (Nueva Zelanda) a investigar específicamente los efectos cognitivos del COVID-19 en estudiantes universitarios.

Detalles del estudio

Para llevar a cabo su estudio, los investigadores reclutaron a 94 estudiantes universitarios de la Universidad de Otago. La edad media de los participantes era de aproximadamente 20 años, con un rango de edad que abarcaba desde los 18 a los 46 años. La mayoría de los participantes eran mujeres (89 %). 

Los investigadores primero recopilaron información sobre el historial de infección por COVID-19 de los estudiantes. Preguntaron a los participantes si alguna vez se habían infectado con COVID-19 y, de ser así, si habían recibido un resultado positivo en una prueba rápida de antígenos o una prueba de reacción en cadena de la polimerasa, ambas utilizadas para confirmar la infección por covid.

En función de sus autoinformes, los estudiantes se dividieron en dos grupos: los que habían sido infectados por COVID-19 en el pasado y los que no. Entre los que habían sido infectados previamente, los investigadores también preguntaron sobre el número de infecciones, el tiempo transcurrido desde su última infección, las complicaciones que habían experimentado y si habían experimentado confusión mental como resultado del covid.

Todos los participantes se sometieron a una evaluación neuropsicológica integral, que implicó completar una serie de pruebas cognitivas computarizadas diseñadas para medir varios aspectos de la función cognitiva, incluida la velocidad de reacción básica, la atención, la capacidad de controlar los impulsos, la capacidad de cambiar de tarea, la memoria de trabajo (la capacidad de retener información en la mente y manipularla) y la memoria espacial. 

Además de las pruebas cognitivas, los estudiantes también completaron cuestionarios sobre el estado de ánimo para evaluar su estado emocional actual, y se calificaron a sí mismos en escalas de sentimientos como tristeza, energía, tensión, felicidad, cansancio y calma.

Los investigadores registraron la actividad cerebral tanto durante los períodos de descanso antes y después de las pruebas cognitivas como de forma continua durante las propias tareas cognitivas. Esto les permitió comparar la actividad cerebral durante la interacción cognitiva entre estudiantes con y sin antecedentes de COVID-19.

Hallazgos principales

Los investigadores descubrieron que, si bien, en promedio, los estudiantes con antecedentes de COVID-19 obtuvieron un rendimiento similar al de los estudiantes no infectados en las pruebas cognitivas, una proporción significativa del grupo de COVID-19 (37 %) mostró evidencia objetiva de deterioro cognitivo. Esto se definió como una puntuación significativamente inferior al rendimiento promedio del grupo no infectado en al menos una prueba cognitiva.

El hallazgo más sorprendente surgió de los datos de actividad cerebral. Las mediciones revelaron que los estudiantes con antecedentes de COVID-19 mostraron patrones distintivos de actividad cerebral en la corteza prefrontal durante las tareas cognitivas. En concreto, mostraron una disminución menor de los niveles de hemoglobina oxigenada en comparación con el grupo no infectado.

En términos más simples, durante las tareas cognitivas, la actividad cerebral generalmente produce cambios en el flujo sanguíneo y los niveles de oxígeno. En adultos jóvenes sanos, esto suele manifestarse como una disminución de la hemoglobina oxigenada en la corteza prefrontal durante estas tareas, un patrón observado en los estudiantes no infectados en este estudio. 

Sin embargo, los estudiantes con infección previa por COVID-19 mostraron una disminución menor, lo que sugiere un patrón diferente de activación cerebral.

Este patrón alterado de actividad cerebral en el grupo de COVID-19 recordó a los patrones observados previamente en adultos mayores, que a menudo muestran una actividad cerebral mayor o diferente durante las tareas cognitivas en comparación con los adultos más jóvenes, lo que posiblemente refleja mecanismos compensatorios o cambios relacionados con la edad en la función cerebral. 

La alteración fue particularmente evidente en el lado derecho de la corteza prefrontal y fue aún más pronunciado en los estudiantes que informaron haber experimentado confusión mental después de COVID-19.

Para futuras investigaciones, los científicos sugieren estudiar grupos más diversos de personas para ver si estos hallazgos se mantienen en diferentes poblaciones. También planean investigar los factores que podrían hacer que algunas personas sean más susceptibles a los cambios cognitivos después de la COVID-19 que otras.

Continúa leyendo: Un modelo matemático desarrollado por neurocientíficos explica cómo el cerebro actúa durante la toma de decisiones


Se parte de nuestra comunidad en nuestras redes sociales

Instagram

YouTube 

TikTok

spot_img

Otras noticias

spot_img

Más informaciones